¿Es el Islam la causa del estancamiento económico de Oriente Medio?

Sientifiko
7 min readDec 29, 2023

(La siguiente es una traducción de un apartado del capitulo 4 del libro “How the world became rich” de Koyama y Rubin. Me parece interesante traerla a colación porque creo que aborda un tema que ha sido parte del debate común en ciencias sociales y el espacio público, y uno que para variar, se ha dado con muchos prejuicios. Este apartado del libro aborda el tema de manera bastante decente, descartando varios de esos prejuicios. El texto completo lo pueden encontrar en libgen)

Si el protestantismo fue bueno para el crecimiento (cualquiera sea el motivo [N del T: los autores argumentan que fue potencialmente bueno producto del énfasis del protestantismo en la educación]), ¿Podrían otras religiones haber sido malas para este? La respuesta depende del tiempo y el lugar, y es poco probable que una religión sea uniformemente mala para el crecimiento económico. Por ejemplo, la correlación negativa entre la presencia del Islam y el desarrollo económico puede ser cierta en los últimos siglos (ver Figura 4.2), pero no siempre ha sido así. Durante la “Edad de Oro del Islam” (aproximadamente entre los siglos VII y X), el Medio Oriente islámico estaba muy por delante de Europa occidental en términos de riqueza, tecnología y cultura. Un indicador de tales ventajas económicas musulmanas es que estaban mucho más urbanizadas (ver Tabla 4.1). Las poblaciones urbanas sólo pueden ser grandes si hay un excedente de alimentos, y las zonas urbanas son generalmente donde surgen mercados y comercio prósperos. Por lo tanto, es difícil aceptar las teorías del crecimiento económico que culpan a algunos atributos del Islam –como su naturaleza “conservadora” o “mística” (Weber, 1978; Landes, 1998 [N del T: Landes es una soberana puta mierda de historiador, y en este libro Koyama y Rubin también lo critican]; Lewis, 2002)- pero que no explican la ventaja musulmana que existió durante siglos después de la expansión del Islam.

Cuadro 4.1 Ciudades más pobladas de Eurasia occidental, 800 EC
Fuente de datos: bosker, Buringh y go Zanden (2013).

Esto no significa que debamos descartar automáticamente las teorías que atribuyen el crecimiento económico, o la falta de él, al Islam. La ley islámica cubría numerosos aspectos de la vida comercial y era la ley vigente en muchos estados del Medio Oriente. Si la secularización del derecho pudo haber conducido al crecimiento económico protestante, ¿podría el derecho religioso haber conducido al estancamiento económico de Oriente Medio? Kuran (2011) sostiene que sí lo hizo, pero por razones más matizadas que “la ley religiosa es mala y la ley secular es buena”. Kuran sostiene que numerosos aspectos de la ley islámica fueron progresistas y beneficiaron el crecimiento económico en el contexto de los siglos VII al X en el que surgieron. Estas características incluyen un sistema de herencia relativamente igualitario, un extenso corpus de leyes de sociedades y una ley de fideicomisos (waqf). ¿Por qué estas leyes, que sirvieron bien a las economías de Oriente Medio en la Edad de Oro islámica, podrían haber sido también una fuente de estancamiento?

Kuran sostiene que la ley islámica fue relativamente lenta en responder a los cambios en las condiciones económicas. Pero la religión tuvo poco que ver con eso. Simplemente había poco deseo de cambiar las leyes relativas al comercio. Un ejemplo revelador proviene de las leyes islámicas de herencia y sociedades. El sistema de herencia islámico era bastante igualitario para su época: las mujeres recibían una parte (aunque sólo la mitad que los hombres, esto era mejor que cero, que era la norma en muchas partes de Europa) y numerosos herederos eran dictados por una fórmula preestablecida. Este fue importante para el crecimiento económico debido a su efecto en las asociaciones o comerciales. La ley islámica de asociaciones dictaba que tales sociedades debían disolverse en caso de muerte de cualquiera de los socios. En teoría, las asociaciones podrían volver a formarse, pero esto requeriría la cooperación de la mayoría de los herederos del socio. Si alguno de los herederos estuviera en un aprieto, podría solicitar la liquidación de los activos de la asociación, lo que podría costarle a todos los involucrados. En respuesta a estos incentivos, los comerciantes y empresarios musulmanes mantuvieron asociaciones pequeñas y de duración limitada. La lógica es simple: cuantos más socios se agregaran o cuanto más larga fuera la duración del acuerdo, más probable era que uno de los socios muriera, creando así una disolución forzada. Más importante aún, esto también significó que había poca demanda de cambios en la ley. Incluso cuando los acuerdos comerciales europeos se estaban volviendo más complejos –especialmente con la introducción de acciones negociables y el uso generalizado de la forma corporativa– había pocos incentivos para que los musulmanes exigieran cambios en la ley. Cuando las empresas son pequeñas por diseño, cosas como las acciones negociables o la forma corporativa –que ayudan a las grandes empresas a crecer– son impensables [N del T: esta parte se entiende poco, pero se refiere a que dado que las asociaciones se mantenían por vínculos de pequeña escala, era difícil pensar en intercambiar acciones lo que es propio de empresas grandes, y por lo demás, tales asociaciones, pequeñas y todo, seguían siendo rentables].

La política fue otro ámbito a través del cual el Islam pudo haber afectado el crecimiento económico. Una razón es que el Islam es bueno en la legitimación de un gobierno. Existe un corpus de doctrina islámica que establece que los musulmanes deben seguir a cualquier gobernante que actúe de acuerdo con el Islam, pero deben deponer a quienes no lo hagan (Rubin, 2011, 2017). Esto convirtió a la religión en una fuente atractiva de legitimidad para los gobernantes que enfrentaban amenazas a su poder. A cambio, las autoridades religiosas musulmanas hicieron oír su voz en la toma de decisiones políticas (Rubin, 2017; Kuru, 2019). Si bien esto no es necesariamente algo malo, puede tener consecuencias perjudiciales. Por ejemplo, ayudaría a explicar por qué no hubo sistema de imprenta capaz de imprimir en escritura árabe en el Imperio Otomano durante casi tres siglos después de la invención de Gutenberg. La imprenta amenazó el monopolio que tenía el establishment religioso sobre la transmisión e interpretación del conocimiento religioso. Dado que los clérigos pertenecían a grupos de interés poderosos, pudieron bloquear este invento, a pesar de que posiblemente fuese el invento más importante del último milenio (Coşgel, Miceli, and Rubin, 2012).

La enorme importancia de las autoridades religiosas en las sociedades musulmanas también significó que los gobernantes apoyaran la educación religiosa a expensas del aprendizaje secular y científico. Chaney (2016) encuentra que, tras la consolidación del establishment religioso musulmán y el surgimiento de las madrasas (escuelas islámicas) en los siglos XI y XII, la producción de libros religiosos dominó en el mundo musulmán, mientras que la producción científica cayó al abismo. Con las restricciones impuestas a la imprenta, el declive de la ciencia musulmana probablemente se debió al mayor poder de negociación política de las elites religiosas.

Blaydes y Chaney (2013) sostienen que una característica crítica de la política musulmana era que los gobernantes tenían acceso a soldados esclavos. Esto significaba que no necesitaban negociar con otras élites por el servicio o los recursos militares. Debido a que los gobernantes europeos medievales y modernos tempranos no tenían acceso a ejércitos de esclavos, tuvieron que ceder derechos a los señores feudales (en el período medieval) y a los parlamentos (en el período moderno temprano). Esta relativa falta de restricción ejecutiva fue una fuente de inestabilidad política que sigue siendo una característica de la política de Oriente Medio en el siglo XXI. Como el poder no estaba disperso en Medio Oriente, siempre hubo un grupo de personas –aquellos sin poder político– que se beneficiaron de un cambio en el status quo. Por tanto, las revueltas eran comunes. Por el contrario, en Europa, el poder disperso significaba que los poderosos tendían a tener interés en mantener el estatus y las revueltas eran menos comunes. Como resultado, los gobernantes europeos tendieron a durar más, especialmente después de que la revolución feudal de los siglos IX y X institucionalizó la dispersión del poder (ver Figura 4.4).

Figura 4.4: Duración del gobierno en Europa occidental y el mundo islámico.
Fuente de datos: Blaydes y Chaney (2013).

Platteau (2017) proporciona una explicación relacionada de la inestabilidad política en Medio Oriente, quien sostiene que la naturaleza descentralizada del Islam (opuesta a la naturaleza centralizada de la Iglesia católica) significaba que siempre habría clérigos, probablemente radicales, excluidos de la coalición gobernante. Estos clérigos fueron precisamente quienes pudieron provocar la rebelión contra poderes arraigados, como fue el caso durante la Revolución iraní de 1979.

En resumen, los estudios recientes no implican al Islam en todos los problemas de Medio Oriente. Sin embargo, sí sugieren que la mezcla de política y religión, características de muchas sociedades musulmanas, y la persistencia de la ley islámica restringieron severamente las posibilidades de crecimiento económico. El estancamiento económico y la inestabilidad política en Medio Oriente son subproductos de cómo el Islam fue instrumentalizado por élites poderosas. Esto no es necesariamente un reflejo del Islam per se, ya que muchas otras religiones, incluido el cristianismo, también se han utilizado de esta manera.

--

--

Sientifiko

Ingeniero Dialéctico. Puede seguirme en @sientifiko1 por tuiter, o @sientifiko.memero en facebook