¿Estancamiento de la economía chilena? El relato vs el dato [PARTE 2 final]

Sientifiko
14 min readFeb 24, 2024

En la nota anterior revisamos la evolución del PIB chileno desde el punto de vista local, y global, mostrando como el movimiento del crecimiento chileno estaba totalmente en línea con los vaivenes de la economía global, viéndose fuertemente impulsada cuando esta crecía, estancada cuando no, y cayendo de manera importante, en cada una de las recesiones mundiales que han habido tales como la crisis asiática o la subprime.

Así también se matizó el mito del “milagro chileno” mostrando como tal milagro solo aparece al compararse con el vecindario más cercano, con el cual por lo demás, muestra un importante nivel de sincronía en los últimos años, reforzando la idea de que este movimiento es más sistémico que local.

En esta nota seguiremos profundizando en el movimiento del crecimiento chileno desde perspectivas globales, considerando los siguientes temas:

  • El rol del súper ciclo de los commodities
  • La evolución de la productividad
  • El rol de la pandemia

Igual que la vez anterior, podrán acceder a los códigos y datos, al final de la nota.

El rol del súper ciclo de los commodities

El súper ciclo de los comodities se le conoce como un ciclo de auge económico entre los primeros años del 2000, hasta más o menos el 2014, caracterizado por un proceso de transición de la economía y la sociedad China basada por un lado, en enormes niveles de inversión para infraestructura y vivienda, y por otro, por el proceso de consolidación de los sectores medios, tras más de una década de crecimiento explosivo desde fines del sXX. Este “éxito” chino que sacó a miles de millones de personas de la pobreza, signifcó al mismo tiempo, la incorporación de una masa gigantesca de nuevos consumidores al mercado global, masa hambrienta de todo, fueran bienes de origen mineral, metales, tierras raras, así como suntuarios y alimentarios.

Este súper ciclo tuvo evidentemente, una tremenda repercusión en todos los países cuyas economías son intensivas en la explotación de recursos naturales. Aquí varios hablan de una “reprimarización”, vale decir, países que anteriormente eran fuertes en industria, dada la gran competitividad de los commodities, intensificaron la explotación de los recursos naturales promoviendo o incluso, potenciando las trayectorias de desindustrialización latinas, como se ha estudiado para los casos de Brasil y Argentina, asociado a la explotación de la soya.

Dado ello, lo primero que tenemos que observar es qué tan alineado estuvo el impulso de China con respecto a la región, lo cual se aprecia en la siguiente figura.

Correlación PIB per cápita PPC a dólares constantes del 2017 entre 1990 a 2012

Omitiendo de momento el componente temporal, la correlación es clara, y muy fuerte. Prácticamente todos los países del Cono Sur, a excepción de Paraguay, presentan un coeficiente superior a .8 entre 1990 a 2012, justo el periodo en que China más creció y expandió su apetito comercial alrededor del mundo. Eso al menos hasta los primeros años de la década de los 2010, momento en que China comienza a crecer “hacia adentro”, desacelerando de paso su ritmo de importaciones, y adivinen que pasa. Bueno, no lo adivinen, solo vean los datos desde 2014 en adelante a continuación.

Correlación PIB per cápita PPC a dólares constantes del 2017 entre 2014 a 2023

Por supuesto en este periodo tenemos menos puntos de datos, pero es irrelevante, si recortan la serie de los ’90 a los 2012 en trozos, solo verán correlaciones aún más grandes, sobre todo posterior al 2001.

Ahora consideremos el factor temporal en el caso de Chile para hacer aún más clara la asociación, lo cual se muestra en la siguiente figura.

log Y/Y del PIB per cápita PPC a dólares constantes del 2017

La interpretación es muy poco ambigua: cuando la economía China fue a la baja, la economía chilena tendió a la baja, cuando subió, la chilena fue detrás. En última instancia podemos notar que la economía chilena fue incluso más sensible a las caídas, distinto de los ritmos chinos mucho más suavizados. Ahora hagamos más explícita la relación, explorando la asociación entre el “apetito chino”, medido en su ritmo de importaciones, y el crecimiento de Chile. La panorámica se repite de manera mucho más marcada (a excepción del año 2015).

Importaciones chinas en USD del Banco Mundial, y PIB per cápita PPC a dólares constantes del 2017

Para no quedarnos meramente con la interpretación visual, corrí algunas regresiones. En el código adjunto podrán encontrar los script para estudiar los residuales y otros detalles, los cuales sugieren que el modelo está bien específicado. En la columna “model 1” está la asociación entre el ritmo de crecimiento de las importanciones chinas y el PIB chileno, mostrando que un aumento de un 1% en las importaciones chinas, implicaría un aumento de un 17% del PIB chileno. Las otras dos columnas son el mismo modelo incluyendo un componente de rezago tanto en las importaciones (lagratem) como en el PIB (lagpib), en ambos casos estos no resultan significativos, y ajustar por esto apenas afecta el coeficiente de interés.

En paréntesis están los errores estándares robustos

Y para que no quede ninguna duda, miren lo que pasa cuando replicamos exactamente esta misma asociación entre 1960 a 1990. Pues pasa que la relación deja de existir! Por supuesto, este ejercicio econométrico necesita un estudio más sofisticado para identificar de mejor manera el efecto de las importaciones, ya que si algo, esto está capturando efectos muy indirectos del apetito chino.

Para este caso se usó el PIB per cápita PPC a precios encadenados, en dólares constantes del 2017 tomados de las Penn World Tables.

Eso si, en el código podrán encontrar un ejercicio que vincula las importanciones de cobre refinado desde Chile a China, y el crecimiento de Chile, y el resultado también es significativo, aunque bastante más pequeño dado que obedece a un solo producto de la canasta de importaciones, y China no solo importó cobre desde Chile. En cualquier caso, ello solo refuerza la idea de que el crecimiento de ambas economías efectivamente estuvo vinculado.

Hacia 2012 la serie del ritmo de importaciones de China se quiebra (estimación por segmentación binaria), señalando el fin del super ciclo de los commodities. Si recuerdan la primera gráfica de la nota anterior, constatarán que es exactamente el año cuando la economía chilena comienza su proceso de desaceleración. Solo dos años después, en 2014, se consagra el contínuo descenso al decrecimiento, fenómeno que se replicaría alrededor de toda latinoamérica.

La evolución de la productividad

Como dijera el Paul Krugman, la productividad no es todo, pero en el largo plazo, es casi todo. Con esta frase captura el componente meriodional de lo que el capitalismo porta con la diada crecimiento-desarrollo que es básicamente, la expansión constante de la riqueza, ie., mercancías, para satisfacer las necesidades humanas. A medida que mi población crece, se educa más, y se vuelve más compleja, necesito bajo cualquier medida, seguir ampliando la capacidad productiva de cada trabajador, para satisfacer esa demanda, y esto no lo puedo hacer si es que no desarrollo tecnologías e innovación que amplíe el “output” de cada unidad productiva constante (vale decir, que ese aumento del output no sea a costa de agotar la misma unidad productiva). Esta fue básicamente la receta británica para escapar a la llamada “trampa malthusiana”, proceso histórico que conocemos como revolución industrial.

Por lo tanto cuando hablamos de crecimiento y su estructura, es inevitable tocar el tema de la productividad, evaluando hasta qué punto la riqueza creada es producto de una creciente inversión e I+D, y no meramente la “intensificación” de la explotación de los recursos humanos o naturales.

Ahora bien, la productividad es un concepto intuitivamente entendible, si hoy con 1 hora de trabajo produzco 10 unidades de cualquier cosa, y si mañana, ceteris paribus, en la misma hora produzco 20, soy el doble de productivo que ayer. Pero en el mundo real, además de que no siempre tenemos ese nivel de datos, también sabemos que el “ceteris paribus” requerido por todo modelo, jamás se cumple, y solo nos queda asumirlo por algún artificio estadístico. No me voy a detener en esos artificios estadísticos como la función Cobb-Douglas, o el residual de Solow, eso se los dejo de tarea, así que para mantener la simplicidad de estas notas, operacionalizaré la productividad como el PIB a PPC por precios encadenados en USD constantes del 2017, y lo dividiré por las horas medias de trabajo anuales, para tener el producto anual medio por hora, y luego este lo dividiré por la cantidad de empleados, para tener un proxy de la contribución media anual por hora de cada trabajador al PIB, datos que tomé de las Penn World Tables, las cuales tienen la limitación de extenderse solo hasta 2019, y subrepresentar a los países pobres o subdesarrollados.

Las Penn Word Tables también entregan la llamada “Productividad Total de los Factores”, que es la noción de productividad basada en las ideas de Solow-Swan, pero es un índice menos intuitivo de interpretar, y la validez conceptual de esta es por lo menos dudosa, si no me creen, preguntenle al ChatGPT (en realidad la discusión más seria al respecto se remonta a las “dos Cambridge”, pero no me da el espacio para repasarlo aquí).

Partiré presentando las figuras de la nota anterior, a nivel global, y luego en las brechas con respecto a EEUU. Sobre el primer punto, tenemos un escenario muy distinto al que descubrimos analizando el PIB, donde Chile se ubicaba cercano al 75% más rico. En términos de productividad, tenemos una tendencia incluso por debajo de la mediana global, donde hoy se ubican países como Polonia, Estonia, o Korea del sur, este último viendo penalizada su productividad por lo extenso de sus jornadas laborales en relación a su PIB per cápita.

Con respecto a los extremos superiores e inferiores de la serie, pues tenemos a los sospechosos de siempre, los países desarrollados, y los subdesarrollados respectivamente. Es justamente en este último grupo, donde Chile nuevamente destaca, en línea con lo visto a nivel de crecimiento. Así también se hace más patente el grado de sincronía que presenta Chile con respecto a la región en el estancamiento productivo que se vive con el fin del super ciclo de los commodities hacia el 2012, ello después de casi una década de despegue en productividad con respecto a su vecindario desde el 2003.

Así también esta gráfica permite sepultar esa lectura sobre-romantizada de los ’90, de unos supuestos jaguares latinos. Si bien el desempeño de Chile fue destacado, no era ni el más productivo, ni logra un desempeño realmente importante sino hasta 1995, antes de volver a caer y estancarse por más de 5 años posterior a la crisis asiática.

Con respecto a los más competitivos de LATAM y el Caribe, por desgracia se carece de datos suficientes, pero la comparación con Uruguay, nuestro principal competidor, es ilustrativa de la real posición de Chile en su vecindario, un buen alumno, pero no el mejor, y solo bueno en pecera chica. En el código podrán encontrar la gráfica de PIB por empleado, la que se ve casi igual a la de PIB per cápita de la nota anterior, y que refuerza lo dicho hasta este punto.

Finalmente, en lo que respecta a la brecha productiva con respecto a USA, tomando algunos casos icónicos vistos hasta ahora, se aprecia una tendencia curiosa en Malasia, país que vimos, competía el ritmo de crecimiento chileno, y que posterior a la crisis del 2008, incluso llegó a superarlo. No obstante en materia de productividad, salvo por el salto que da justamente en 2008, no ve mayores ganancias en los años siguientes, lo que en parte podría matizar opiniones que apuntaran a estrategias de promoción industrial, o a su efectividad en caso de existir (de hecho Malasia como mucho, solo desacelera su proceso de desindustrialización en marcha). Nuevamente este caso requeriría un estudio más acabado.

Por otro lado, el caso coreano y singapurense también resultan llamativos, ambos partiendo de niveles más bien cercanos a los nuestros, sobre todo Corea, logran durante los ’90, salir de este vecindario, para pasar al nivel de productividad mediano, como el caso de Korea, o incluso, al nivel de casi cerrar la brecha como en elcaso de Singapur ¿Qué hicieron estos países que los otros no? Palma tiene un interesante paper en que lo vincula a la falta de inversión, y desigualdad, temas que ya exceden lo que quiero cubrir, pero que nuevamente apuntan al excesivo compromiso de nuestra política de desarrollo local con la receta de “más mercado”.

En lo que respecta a Chile, las ganancias de productividad a partir del quiebre del 2003, se estancan rápidamente entre 2006 a 2009, y pese a que se recuperan hacia 2011, vuelve a estancarse desde ahí hasta la actualidad, acabando al mismo nivel de Uruguay (de hecho un tanto peor), como los 2 niños buenos del barrio, como si una fuerza estructural nos quisiera mantener en el mismo vecindario.

El corolario de esto es que nuestro largo estancamiento, es el estancamiento también de nuestra productividad, la que nuevamente, nos baja del mito del “milagro chileno”, para ubicarnos como el niño decentito del barrio marginal.

El rol de la pandemia

Finalmente llegamos al tema más evidente e ignorado por los pseudoacadémicos y pseudo intelectuales. Una pandemia global como no se había visto en siglos, la cual arrasó millones de vida, y obligó a los gobiernos a tomar medidas extremas que golpearon brutalmente la economía real, pero real, no la de los juguetitos económicos y sus modelos de mentira, sino la de las cadenas de valor. Esto es, el puto buque que lleva la mercancía de un lado a otro, la asistencia de la mano de obra al lugar específico de trabajo para ensamblar microchips, o literalmente encender y manipular las grandes maquinarias, etc. Porque aunque le cueste creerlo a los economistas liberales, resulta que al final del día, la capacidad general de producir mercancías, es un atributo total de la humanidad (donde cada individuo es una parte alícuota), no del “mercado” (y el día que desarrollemos colectivamente la consciencia de esto, hasta ahí llegó el capital, pero en fin).

Por otro lado, a nivel económico, los gobiernos debieron incurrir en la esquizofrenia de aumentar el gasto público para compensar el slow down forzado, lo que en presencia de la reducción del potencial productivo, incrementó las presiones inflacionarias, obligando a los bancos centrales a tener que compensarlo aumentando progresivamente las tasas de interés, fomentando la espiral estanflacionaria que se vive a nivel mundial, y de la que solo recientemente nos estamos recuperando, como se ve claramente en la siguente figura.

La verdad es que aquí hay poco espacio a interpretaciones, la pandemia ocurrió y sus conscuencias económicas se materializaron hace no más de 4 años. Tratar de sacar grandes relatos del crecimiento chileno actual ignorando este evento, es en el mejor de los casos simple imbecilidad, y en el peor deshonestidad motivada (apostaría a que aquí se ubica la mayoría de la derecha y los centristas hijos de perra).

Ahora bien, a algunos países les afectó más a otros menos, y algunos se recuperaron más y otros menos. La siguiente figura lo deja más que claro: el caso chileno no fue ni fu, ni fa. Entre los países que cayeron, hay unos 60 países que la vieron peor que Chile, y en la recuperación, hubieron unos 40 que lo hicieron mejor. Es más, hasta es posible notar que Chile se encuentra incluso al medio de países que cayeron a su mismo nivel.

Si calculamos la esperanza de la recuperación 2020–2022, condicional en el PIB per cápita del 2019 y la tasa de caída, el crecimiento predicho para Chile es de un 10%, y el observado es de un 13%. Eso sí, cuando agregamos un efecto fijo regional, que por obvias razones genera mejor ajuste, predice un crecimiento del 17%, esto producto de la explosiva recuperación de Guyana. Al remover este caso, el crecimiento predicho vuelve al 9%, que es más o menos la media regional de recuperación (ver el código para más detalles sobre la estimación y cálculos).

El corolario de este apartado es que Chile fue afectado por la pandemia como todo el mundo, pero ni estuvo entre los más afectados, ni estuvo entre los grandes recuperados, aunque se mantuvo en el segmento de quienes tuvieron un desempeño mejor al esperado.

Reflexiones finales

Siendo bien breve, sintético, y brutal, la pretendida narrativa del estancamiento o desaceleración de Chile en los últimos años, es una completa farsa, por que en primer lugar nuestra economía NUNCA ESTUVO ACELERADA. Nunca!

Hagamos el breve recuento, Chile sale de la dictadura con ritmos de crecimiento mediocre que como mucho se acercaban al de los más ricos de américa del sur, momento en que el mundo entero comenzaba a cosechar beneficios del renovado ciclo de apertura comercial que se da a fines de los ’80, el cual Chile supo aprovechar bien, pero que ni de cerca fue quien lo hizo mejor (TTO, Panamá, Puerto Rico, entre otros, estaban muy por arriba, hasta Argentina de hecho). Si bien este ciclo mantuvo a la economía chilena con buena salud, nos vamos al carajo con la crisis asiática del ’97, y desde entonces aguantamos unos 6 años de bajo crecimiento, hasta que en la primera década del 2000 aparece la locura de China por commodities, apalancando el crecimiento de toda latinoamérica, y que aquí recien Chile, en torno al 2003, logra capitalizar mucho mejor que sus pares del Cono Sur, y gran parte de la región (nuevamente superado por los otros 3 grandes).

Pese a ello, ese ciclo no fue del todo lineal ni explosivo. Sí, nuestra economía era más rica, pero al mismo tiempo se mantuvo fosilizada en el modelo pinochetista, con más tintes sociales, lo cual se dejó ver en 2 momentos muy clave: 1) la fuerte desaceleración con la crisis del 2008, que tomó por lo menos 3 años en recuperar las tasas de crecimiento del 2006 (del 5% en ese momento), y 2) la coincidencia de esta recuperación con el principal factor de la debacle económica chilena y latina, como fue el fin del super ciclo de los commodities producto de la contracción del apetito chino.

Es ahí justamente donde se construye el “break point” que mantiene a la economía estancada hasta el día de hoy. No es en ningún caso un estancamiento por políticas tributarias o distributivas ni inventos de ese tipo, es simplemente el mismo Chile pequeño y ratón posterior a la crisis del ’97, que ahora que se le acabó la gallina de los huevos de oro, volvió a su estado natural, a la espera de que algún otro commodity le salve la vida, lo cual se ha visto reflejado en que en ciclos de casi exactos 10 años, se produzca un “efecto garfio” de crecimiento, cada que el mercado global sufre algún shock.

Por supuesto, esto no se trata de que ciertos países elijan crecer o no, y sería de un voluntarismo completamente infantil intentar argumentar de que el “catch up” no se produjo porque los políticos chilenos no se propusieron modificar la estructura económica. Como si hubiera bastado con traernos a un dictador de la Corea mala (o del sur) para resolver nuestros problemas. En ese sentido, hasta los economistas más críticos y heterodoxos se equivocan; el movimiento general de Chile, no fue otro que el movimiento de su propia región, cuestión que da para un debate mucho más largo.

De lo que se trata, al menos este breve ejercicio, es de mostrar que cuando miramos directa y sistemáticamente los datos, y sobre todo, cuando miramos un poco más la historia del país y el mundo, ciertos relatos de mierda se sostienen como simple charlatanería, por muchos numeritos que recorten de la OCDE, OWID o lo que sea.

Finalmente el código con todo:

https://github.com/sientifiko/crecimientochile

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Sientifiko

Ingeniero Dialéctico. Puede seguirme en @sientifiko1 por tuiter, o @sientifiko.memero en facebook