La estupidez del valor subjetivo, destrozada desde Marx

Sientifiko
4 min readFeb 2, 2023

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Partiremos igual que lo hace la economía y economistas vulgares, desde un ejemplo absurdo, pero en un sentido aun más simple.

Hay diamante en las orillas de un lago, y un caminante se cruza frente a este. Sin introducir supuestos ni criterios adicionales, solo tenemos a una persona y un pedazo de mineral en el piso, ante lo cual pueden ocurrir a grandes rasgos, dos cosas: 1) el sujeto recoge el diamante para ir y hacer algo con el, o 2) el sujeto pasa de largo ignorando totalmente el diamante, o recogiendo otra piedra en su lugar.

Ya con esta breve formulación se empieza a ver la tamaña estupidez que es definir el valor a nivel de la subjetividad, al preguntarnos ¿Qué estaría ocurriendo en cada caso?

En el primer caso el sujeto viene de una sociedad en que los diamantes son bienes preciados. Tienen múltiples aplicaciones médicas, ingenieriles, o simplemente, algún valor simbólico suntuario, siendo un bien además de difícil acceso en promedio. Respecto al segundo, el diamante es un mineral abundante, similar a cualquier otra piedra sin ninguna utilidad especial descubierta.

O algo así. En realidad cualquier tipo de historia podría servir, el punto es que este puro ejercicio nos pone de manifiesto que partir desde la subjetividad es una respuesta a medias, que solo deja la pregunta ¿Y de donde surge o cual es la fuente de la subjetividad? Aquí una manera de huir de esta pregunta, es ir a construir una especie de inconsciente estático, e incluso, inscrito en los genes, siendo la dinámica social la mera agregación aditiva de esas individualidades, expresadas en el mercado, el diamante siempre “estuvo” en la mente de estos sujetos, y el mercado respondió a ese imaginario, lo que es ya de entrada el rechazo a toda lo que sabemos sobre la conducta humana (un buen ejemplo son los experimentos de “choice blindness”).

Así que si ignoramos ello, el vínculo que se establece entre nuestro sujeto y el diamante, no surge directamente desde su mente, pues es esta misma un producto de la historia humana depositada en este sujeto, es decir, el contacto mismo con el diamante, ya pone de manifiesto una relación social con las cosas que se expresa en el acto o no, de recoger ese diamante. La subjetividad solo aparece como la expresión ya determinada, y portadora de tal relación social.

Y es ESTO y no otra cosa, el gran descubrimiento de Karl Marx!! No se trata de que esa relación de apreciación sea subjetiva u objetiva en horas de trabajo; cuando se habla de que tal acción de recoger o no el diamante, pone de manifiesto una relación social, y el encuadre de una teoría subjetiva vs objetiva aplicada a Marx ya no tiene ningún puto sentido.

Sobre todo si consideramos que Marx no se detiene aquí. Al descubrir la relación social, aún queda preguntarse ¿Y qué relación es esa? Tirando de ese hilo descubre que tanto en el objeto, en este caso diamante, así como en el sujeto, hay depositada una actividad primigenia.

No es hasta que se descubren las propiedades estéticas o industriales del diamante, que este es capaz de entrar en relación de valor alguno, y no es hasta que la concatenación de actividades logran poner el diamante al alcance de algún mediación por intercambio, que este es capaz de confirmar su valor para otros distinto de la persona que lo generó o descubrió.

Para cuando nuestro sujeto se encontró el diamante junto al lago, esa actividad ya estaba en marcha, y al recogerlo no hizo nada más que personificarla. Pero quienes asumen al capital como una relación social natural, y transhistórica, jamás sería capaces de ver ninguno de estos elementos.

Ahora bien, una ventaja de este experimento mental, es que en su simpleza parecía explicar fácilmente por qué los recursos naturales tendrían valor. Pero siguiendo ese razonamiento, al preguntarnos por qué el aire que respiramos (aún) no entra en relación de valor, la respuesta sería a que no es “un bien escaso”, otra etiqueta ideológica que ya discutí acá. Pero para contestar rápidamente esa objeción, basta con preguntarse qué valor tenía la tierra para sociedades nómadas, o si esta se volvió un valor disputable intercambiable una vez que grupos humanos se empezaron a ascentar y trabajarla, privando a otros de su uso. Seguir este y cualquier otro desarrollo, nos devolverá inevitablemente a la relación social que se articula detrás, y particularmente, a la manera específica en que esa relación social, organiza la vida.

El valor de cambio y el Tiempo de Trabajo Socialmente Necesario, generalmente atribuidos como la “teoría objetiva” del valor de Marx, es un invento de marxistas y libertarios. Este aparece en el despliegue más superficial que hace Marx cuando recién empieza a penetrar en la mercancía, e incluso aquí, ya comienza a poner de manifiesto la necesidad de descubrir cuál es el modo de organizar la vida que depositó en tales objetos, la sola capacidad de ser valorados, cuestión que abordé acá y acá.

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Sientifiko

Ingeniero Dialéctico. Puede seguirme en @sientifiko1 por tuiter, o @sientifiko.memero en facebook